Hace un par de semanas, la compañía Campollo logró un acuerdo con sus acreedores, que le da un respiro de largo plazo para pagar sus deudas y sacar avante un negocio en el que la productora y comercializadora de pollo hace presencia desde hace más de 25 años.
Con dos complejos industriales –integrados verticalmente con incubación, engorde, sacrificio y distribución–, uno ubicado en Santander y otro en Arjona (Bolívar), la empresa hoy procesa 3 millones de pollos al mes y tiene la capacidad suficiente para incrementar este número y fortalecerse principalmente en la Costa, donde la demanda de este producto supera la oferta, según dice Mauricio Toro Ortiz, socio de Toro & Neira Banca de Inversión y miembro del comité directivo de la empresa.
Esta apuesta en el Caribe fue la que la llevó en el año 2011 a iniciar el montaje del proyecto que opera bajo el nombre de Campollo Caribe y que fue a la postre el que terminó afectando sus finanzas y obligó a la empresa a acogerse a un proceso de reorganización con el fin de encontrarle salida a su difícil situación financiera.
La decisión de montar allí este proyecto obedeció a la necesidad de tener una alternativa de producción y comercialización que pudiera ser más eficiente que la de Santander que, pese a mantener muy buenos estándares de eficiencia y productividad, se ve afectada por los costos que implica el traslado de la materia prima para la alimentación de los pollos, la cual en 80% es importada y debe ser transportada desde los puertos del Atlántico y el Pacífico, incrementando los costos de producción.
Inicialmente se previó que Campollo Caribe costaría unos $80.000 millones, pero su costo al final estuvo muy por encima. Toro Ortiz considera que estas situaciones se presentaron por una incorrecta estructuración financiera, retrasos en obras que generan sobrecostos, y algunas demoras en la puesta a punto de la operación del proyecto, lo que llevó a incumplimientos en el pago de sus deudas y a nuevas obligaciones con proveedores y entidades financieras que dejaron sin capital de trabajo a la compañía, fundada por el empresario Daniel Fernando Arenas.
En medio del proceso para la construcción del proyecto, se constituyó un patrimonio autónomo que fue el encargado de recibir los desembolsos de los bancos para desarrollar el complejo avícola, lo que después dificultó la negociación con las entidades financieras, por lo que fue necesario concursarlo. Con la Superintendencia de Sociedades como juez, el Patrimonio Autónomo PA FC Campollo logró un acuerdo para el pago de aproximadamente $65.000 millones, que sumaban sus pasivos, mientras Campollo S.A., que también acudió a la entidad de vigilancia y control, logró el acuerdo para pagar $239.000 millones en un plazo de 16 años.
Campollo es el único de los grandes jugadores del mercado que aún no comercializa sus productos a través de grandes superficies y cadenas de supermercados. Para esto cuenta con 68 puntos de venta en el centro y norte del país enfocados en atención retail y 10 centros de distribución apoyados en 150 rutas que cubren el territorio de acción de la empresa y acceder a más de 11.000 clientes permanentes, dice Daniel Neira Hoyos, socio de Toro & Neira Banca de Inversión.
Neira Hoyos señala que la empresa está en proceso de ponerse a punto, tanto en términos de producción como comercial. El objetivo es lograr poner en plena producción su capacidad instalada actual, que en posibilidad de sacrificio de aves es de 3 millones al mes. Hoy se procesan alrededor de 1,3 millones.
Se estima que para este año las ventas sean inferiores de los $400.000 millones, vendiendo alrededor de 80 millones de toneladas al cierre del año. El asesor de la empresa señala que para los próximos años los crecimientos serán en promedio de 5%.
Un conjunto de 1.200 acreedores, $239.000 millones de deuda a pagar en 16 años, capacidad productiva para beneficiar hasta 9 millones de aves mensualmente en sus plantas ubicadas en Santander y Arjona, sumado a un conjunto de activos totales cercanos a los $500.000 millones, dan una dimensión de lo significativa que es Campollo S.A. para el sector agroindustrial y para las comunidades sobre las cuales tiene incidencia.
Otras experiencias
Pero, si bien Campollo fue la más reciente empresa en lograr un acuerdo de reorganización empresarial, no ha sido la única. Este propósito también lo lograron en el presente año organizaciones como Conalvías que, en un término exprés, logró negociar con sus acreedores los más de $1,2 billones que tenía de deuda.
Otra que logró su objetivo fue Kinco S.A.S., operador de Burger King en Colombia. El acuerdo, que fue votado por la mayoría de acreedores, tendrá una duración de 14 años. Sin embargo, la empresa no descarta realizar pagos anticipados. Esta organización deberá pagar $15.051 millones, que suman sus pasivos.
El delegado de Procedimientos de Insolvencia, Nicolás Polanía Tello, destacó que el de Kinco “es el primer proceso de reorganización con confirmación en el marco de la iniciativa de representantes legales como administradores de su propia insolvencia, uno de los programas bandera de este despacho”. Hoy la cadena tiene 33 puntos de venta, pero Colombia tiene un potencial de por lo menos 80”.
Cuando Kinco S.A.S. fue admitida en reorganización, el 24 de junio de 2015, argumentó que su crisis se debió al incremento de la tasa de cambio, que originó un Ebitda negativo, ya que los ingresos operacionales no alcanzaban a cubrir los costos y gastos.
Marcas de tradición
Este año, particularmente, ha sido testigo del ingreso de varias marcas tradicionales en busca de acuerdos que les permitan salir avante de sus dificultades financieras. TGI Friday’s, Everfit y Almacenes Spring Step, entre ellas. La primera reportó obligaciones incumplidas por $3.866 millones al cierre de 2015 y pasivos por más de $24.000 millones. La productora de ropa de Medellín debió acudir a la entidad de vigilancia y control por tener más de dos obligaciones vencidas a más de 90 días, situación ocasionada por el cierre de la línea de negocio de Fabricato de su unidad lanera, único proveedor de lana en el país, lo que “obligó a importar la lana con un proveedor de Asia, el cual afectó el capital de trabajo por pagos anticipados”. De igual forma, un descenso en las ventas, endeudamiento financiero y la devaluación afectaron la operación. Uno de los últimos casos fue el de Spring Step, sociedad que registraba a 31 de julio de 2016 obligaciones vencidas a más de 90 días por $40.934 millones, suma que corresponde a 17,6% del pasivo total.
Noticia de Revista Dinero: http://www.dinero.com/edicion-impresa/negocios/articulo/lecciones-empresariales-de-campollo-conalvias-y-kinco/239291
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